Los cristianos también “presentamos” a nuestros hijos a Dios Padre en el día de su bautismo para darle gracias por habernos hecho capaces de transmitir la vida y por haberlos hecho hijos suyos.
Al presentar a nuestros hijos ante la Virgen de la Sierra, poniéndolos sobre su manto, resaltamos la fuerza protectora que la Virgen tiene (“dichoso el que se acoge a ella”). Sabiéndonos amados, acompañados y cuidados por tan singular madre, tenemos la confianza de que estos niños van a recibir la fuerza y la gracia necesarias para caminar alegres en el Señor.
Para ello, también tendréis que enseñar a vuestros hijos a amar a la Virgen como madre, a imitar sus virtudes, a orar y obrar como ella hizo. “Hágase en mi según tu palabra”.